La urraca común (Pica pica) es un ave adaptable que prospera en entornos urbanos, lo que la convierte en una presencia familiar en parques y jardines de las ciudades, donde ha sabido aprovecharse del progreso humano.
Este córvido de tamaño medio tiene pocos depredadores naturales, aunque el azor es uno de ellos, lo que ha contribuido a su creciente población. Sin embargo, su mayor amenaza quizás proviene del crialo (Clamator glandarius), que parasita sus nidos.
Con una inteligencia notable, la urraca es capaz de aprender rápidamente y puede ser domesticada, llegando incluso a imitar algunas palabras. Su capacidad para emitir una amplia variedad de vocalizaciones facilita la comunicación con sus congéneres, aunque tiende a ser un ave bastante ruidosa.
Aunque su plumaje parece blanco y negro, en realidad tiene un brillo irisado que refleja tonos purpúreos, azules o verdes según la incidencia de la luz. Esto, junto con su robusto pico y sus ojos negros brillantes, la hace atractiva para la fotografía, especialmente en condiciones de poca luz.
La urraca es omnívora y se caracteriza por su oportunismo y adaptabilidad en la elección de su dieta. Desde granos hasta invertebrados, desperdicios, carroña, frutas e incluso huevos y crías de otras aves, la urraca aprovecha una amplia variedad de alimentos. Aunque a menudo es vilipendiada por su hábito de depredar huevos y polluelos de otras aves, su papel en el control de insectos y la limpieza de cadáveres de pequeños animales muertos en el campo rara vez se reconoce.
Su vuelo desgarbado, caracterizado por fuertes aleteos y largos planeos, es distintivo y fácilmente reconocible. Para muchos, la urraca es un motivo de fascinación y sueñan con tener la oportunidad de observarlas de cerca, especialmente cuando se aventuran en un escondite y hacen de las suyas.